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sábado, 27 de octubre de 2018

Reseña de “El cuervo”. Poema de Edgar Allan Poe.




The raven (titulo original en ingles), para los hispano hablantes; El cuervo. Es una composición poética de tipo gótica en forma narrativa descriptiva del afamado autor; Edgar Allan Poe, fue publicada por primera vez el 29 de Enero de 1845, en el diario llamado: “New York Evening Mirror”.

Esta sin duda alguna es la composición poética y literaria más famosa de Edgar Allan Poe, a pesar de que cuenta con otras obras bastante reconocidas como; “El corazón delator”, “Los crímenes de la calle Morgue”, “El gato negro” o “La carta robada”, es por el poema de “El cuervo” que se le reconoce a nivel mundial y precisamente fue la obra que le dio ese impulso a su carrera, para que en su época se convirtiera en un referente de la literatura y que además hoy en día veamos con admiración y recibamos con gusto su obra.



Retrato de Edgar Allan Poe.
Toda su obra se limito a cuentos, narraciones y poemas, cuando publicaba un libro, el lector se
encontraba con una selección diversa de estos escritos, durante toda su vida, solamente publico una sola novela; “The narrative of Arthur Gordon Pym” o en español “La Narración de Arthur Gordon Pym”, esta novela se comenzó a publicar en 1838 y se hizo de manera peculiar, pues el autor a diferencia de otras novelas de otros escritores, decidió publicarla en partes, pues lo hizo en varias entregas siguiendo fiel a su estilo de narrativa, este hecho convirtió a esta novela en una de las más enigmáticas de su tiempo, pues los lectores deberían de esperar a que publicara la continuación para poder proseguir con la lectura, seria hasta unos años después en que se haría una nueva edición de forma completa.

Pequeña reseña.


Intentar reseñar una obra como esta no es tarea fácil, me atrevería a decir que hasta el escritor más experimentado se toparía con muchos inconvenientes a la hora de embarcarse en una empresa de tal magnitud, aun así lo intentare para darles a ustedes una idea general de esta magnífica composición para luego dar paso a dejarles aquí mismo el poema completo.

Este poema de Edgar Allan Poe, se distingue de muchos otros por varios aspectos, el primero de ellos salta a la vista justo al comienzo, al momento en que se establece la situación y el ambiente que ha de seguir durante toda la narración.






Lejos de ser el típico poema que celebra la belleza de la vida o los bríos de los amores juveniles, apasionados y fugaces, o bien que nos muestre el desamor o el rechazo, este poema nos habla de lo contrario, del dolor, la pena, la perdida, de las sombras y temores que invaden a un corazón destrozado, pero a diferencia de la tristeza que puede causar el corazón abatido por el desamor, se centra en la perdida irremediable de la mujer amada, y los pensamientos tan lúgubres y oscuros que acuden a una alma atormentada por el dolor insoportable e innombrables pensamientos por la muerte de su amante…

Su atmósfera solo puede describirse como melancólica, triste y desgarradora, desde que comenzamos a leer las primeras líneas, nos damos cuenta que hay algo que no cuadra con la estructura del típico poema, aun cuando esta no es la única composición de este tipo en el mundo, la diferencia está claramente marcada, pues tiene un toque que en definitiva lo hace muy especial.

Su estructura narrativa descriptiva es bastante parecida a la de un cuento, pues durante todo el desarrollo de la composición, podemos seguir el hilo de las ideas de manera clara y nos sumerge de lleno en los hechos que describe.

Algo de lo que no hemos hablado y que le da esa esencia especial, es la figura que tiene el cuervo dentro del poema, esta ave, la cual aparece de pronto para quedarse con el protagonista para siempre, puede tener varias interpretaciones.






La primera de ellas la podemos tomar como el simple delirio de una persona quien embargada por el dolor y la desgracia, busca una salida a los trémulos pensamientos, tomando al pájaro como figura verdadera e imaginando su conversación.

Otro contexto es que la figura del ave, representa la sombra de su dolor, desesperación y agonía, y solo viendo reflejada en ella todos sus miedos, al sentirse acechado por ellos es cuando se atreve a expresarlos abiertamente, como alguien que no se ha permitido llevar un luto y un duelo propicio, quien en su melancólica soledad, guarda sus pensamientos y sentir para sí mismo.

Si lo abordamos desde otro punto de vista, se podría pensar que el protagonista de esta composición, se encuentra soñando, y entre sus inquietos sueños llega la visión de su amada, haciéndolo caer en una terrible pesadilla de la cual no puede despertar, pues eso explicaría el hecho de que el ave sea capaz de pronunciar las palabras: “Nunca más”.

Una interpretación parecida a la anterior partiendo del hecho de que se encuentra soñando, como se llega a expresar en unas lineas del poema;

 “¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua para que borres tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”.

La figura del cuervo aparece en su sueño no como pesadilla, sino como un bálsamo que le da un momentáneo alivio a su pena y su dolor.

Pueden existir aún muchas más interpretaciones, cada una igualmente valida, pues esta obra nos da la libertad de echar a volar la imaginación, y cada uno puede tener una visión distinta del significado tan profundo que encierra.

A continuación dejo el poema completo en su versión en español además, les dejo el siguiente vídeo en el cual podrán escucharlo declamado de una de las maneras, que en lo personal, me parece de las más acertadas que eh escuchado, pues a pesar de que existen múltiples interpretaciones, en general carecen de ese misticismo y aura sombría que caracteriza a esta obra y se inclinan a una interpretación mas alegre, cosa que no va muy bien con este poema.





El Cuervo.
Por Edgar Allan Poe.


Una vez, al filo de la lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
escuchose de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es -dije musitando- un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más”.

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
que dieran tregua a mi dolor.

Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante, a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más”.

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía”.
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”.
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”.
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente -me dije-, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio”.
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-.
no serás un cobarde.
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche plutónica!”.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más”.

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más”.

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas”.
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más”.

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda -pensé-, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de “Nunca, nunca más”.

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: “Nunca más”.

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua para que borres tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más”.

“¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”.
Y el cuervo dijo: “Nunca más”.

“¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más”.

“¡Sea esa palabra nuestra
pájaro o espíritu maligno! -le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad!, a la ribera de la Noche plutónica.
No dejes pluma negra alguna, ¡prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, inmutable
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!

Homenaje satírico.


Sin duda alguna la seriedad de la composición y la solemnidad de la misma nos hace pensar que sería imposible que se pudiese tomar de otra manera este poema y sin embargo, existe un homenaje hecho de manera satírica por parte de la serie de televisión estadounidense The Simpsons (1987- actualmente), esta adaptación se realizo en el episodio numero 3 de la segunda temporada, en uno de los segmentos del que fue el primer “Tree house of horror” (especial de noche de brujas) de la historia de la serie, segmento que les dejare a continuación.






Este segmento el cual dura poco menos de 5 minutos, logra capturar de manera perfecta la esencia del poema original y mezclarlo a su vez con la clásica comedia burlona y satírica de este programa, esto sin alterar en demasía el concepto original, incluso ofrece una visión general de todo lo que el autor desea transmitir, puede que muchos tuvieran su primer acercamiento hacia esta composición por medio de este segmento o que algunos otros se atrevieran a saber más del poeta por la misma causa, ya que a modo de dato curioso, no es la primera vez que se hace referencia al autor en dicha seria, hasta el día de hoy a habido 4 referencias directas a Edgar Allan Poe, la primera de ellas y la más notoria es precisamente el segmento dedicado al mítico poema, las otras tres han sido menos notorias y solo a manera de “Easter eggs” o simples guiños momentáneos.

Opinión personal.


En lo que se refiere a este poema, solo puedo describirlo como algo extraordinario, todo cuadra perfectamente en el, las expresiones, la ambientación, su atmósfera lúgubre, tétrica, llena de una profunda tristeza, la manera en que se trata de transmitir el pesar del protagonista al lector, todo en su conjunto lo hacen una obra magistral que  se encuentra muy bien estructurada.

Puede ser que justamente esos elementos hagan que no muchos se aficionen a este poema, pues estamos acostumbrados a que los poemas sean muy diferentes y que la mayoría trate temas más alegres y a pesar de que también los hay muchos que se centran en elementos más oscuros, estos no suelen ser muy seguidos y aunque lo sean, no pueden compararse con esta verdadera joya que Edgar Allan Poe nos regaló.

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